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Descender al seno de la tierra,
lejos del reino de la luz,
el golpe salvaje y el furor doloroso
son señal de un viaje feliz.
Pronto llegamos en la barca estrecha
a la ribera del cielo.
Alabada sea la noche eterna,
alabado el eterno sueño.
El día nos dio calor
y la pena larga nos marchitó.
No deseamos ya las tierras extranjeras,
queremos ir a la casa del padre.
de Novalis