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Leones guardan una de las puertas del Retiro.
Nunca los había visto, hasta hace dos noches, de madrugada, cuando caminaba por los límites del parque.
Uno de ellos y yo nos observamos. Permanecimos así durante minutos. Su mirada era sabia, noble, anciana. El león había visto tantas cosas desde la puerta que guardaba…
Y yo sentía que me estaba juzgando, que intentaba llegar a una decisión sobre mí.
Me marché para que pudiera pensar, quizás deliberar con los demás leones. Todavía no sé cuál fue el veredicto.