2013
Esta mañana cruzaba La Mancha en silencio, en un tren a más de doscientos kilómetros por hora, mientras leía, en un ordenador del tamaño de una revista que funciona tocando la pantalla con los dedos, una entrevista a Octavio Paz en una revista francesa.
Me di cuenta de que, si bien este no es el futuro que se me prometió de niño, con coches voladores que funcionaban con basura, colonias en la Luna y viajes tripulados a Júpiter, sí es lo que de niño habría reconocido claramente como el futuro. Y mejor que otros posibles, que ese mundo inhabitable arrasado por la guerra nuclear (también ese era un futuro posible, y, repasando la historia de la Guerra Fría, casi parece un milagro que lo evitáramos).
Y por un momento, pude maravillarme como lo habría hecho ese niño de este 2013 en el que vivimos.