El castigo por haberse acordado del reino
Y sin embargo, no lo logramos. Queremos ser Odiseo, pero nos quedamos en Eumeo, o a lo sumo en un compañero sin nombre, aniquilado por robar el ganado de Helios.
La grandeza se nos escapa, y hemos de entender que nuestro destino es el Leto y los Asfodelos. Sin embargo el anhelo está allí, indeleble, doloroso. El castigo por haberse acordado del reino, del que escribía Cortázar